miércoles, 30 de mayo de 2012

Nuevo póker de tremiles: Picos Mir, Sayó, Diente del Alba y Pico del Alba, 24 mayo (Benasque)

Julio Benedé, a lo Sendero Límite, en la cima del Diente del Alba

Nuevo póker de tresmiles: Picos Mir, Sayó, Diente del Alba y Pico del Alba

Julio Benedé, Champi, Alfredo, Luis, Blanca de las nieves y yo

24 de mayo de 2012

Compartimos un día más con Julio Benedé. Otro día en el que nos demostrará por qué le llamo cariñosamente el Messi del esquí de travesía. No es el estilo de esquiar, que puede gustar a unos másy a otros menos. Pero esquía con una soltura envidiable en cualquier tipo de nieve, adaptándose a los cambios en la textura de la nieve como nadie. Da igual que esté dura, costra o pesada profunda. El puede seguir esquiando haciendo 50 giros sin parar, sin cansarse, sin caer, sonriendo.
No es el uso tan adecuado que hace (a mi parecer) de los crampones o del piolet (o del guante gordo para limpiar una cresta nevada). No es sólo la rapidez de las transiciones. Es un compendio de cualidades que para mí le destacan de los demás.

Con una media de 100 salidas con esquís en cada temporada (incluida ésta tan "atípica") conoce cada palmo del Pirineo como nadie. Ya no hace picos nuevos. Sólo repite. Repite y por ello no le importa ir cambiando de plan o de objetivo conforme el día avanza y las circunstancias cambian. No le duele no hacer un pico concreto que tuviera preparado. Los tiene ya todos. Se dedica a enseñárnoslos a los demás, en cada salida. Y así se lo agradecemos.
Se lo agradezco en público, porque éste es un blog público y porque creo que lo correcto es alabar en público y criticar en privado.

No es todo esto de Julio Benedé lo que le eleva por encima del resto. Lo mejor de Julio es la gestión del grupo. La gestión del riesgo, como diría Alberto Ayora. La gestión de cada actividad en función de los miembros del grupo, de la dificultad de la nieve según la meteo del día, según la forma física y la técnica de los participantes. El control del tempo. El manejo del la actividad según el número de participantes.
Cuando somos pocos, Julio sube el listón y nos lleva a lugares difíciles. Cuando el grupo es grande, baja el listón para tener más margen de seguridad. No quiere accidentes. No he presenciado ningún accidente en ninguna salida en que Julio nos llevara. El margen de seguridad es siempre grande.

La gestión del grupo la comienza Julio observando a cada uno, tanto técnicamente como anímicamente. Sabe cómo vamos cada uno en cada momento y así adaptará el recorrido, entusiasmando a los que ve más cabizbajos.
La seguridad del grupo es un máximo cuando Julio toma el mando. Y te reventará el mejor plan si cree que la seguridad está en peligro. Lo adaptará a cada circunstancia, a la dureza de la nieve, a la destreza de cada uno, al cansancio, al horario, a la climatología.
No hay salida en que no aprendamos algo de él. Aunque, como todo en la vida, sólo aprende quien quiere aprender. Quien cree que aún puede aprender. El más experto en montaña es aquel que más años ha estado ávido de seguir aprendiendo. Cuando dejamos de querer aprender, dejamos de enriquecer nuestra larga experiencia.
En esta jornada, sin llegar a hacer grandes genialidades de Messi, Julio Benedé sí que supo gestionar pequeños reveses que harían cambiar el plan inicial. Una vez más, Julio, te agradecemos la dirección de la actividad. Tu entusiasmo, tu simpatía y tu docencia.

Ahí va una breve crónica de nuestra jornada:

En nuestro segundo día en las Maladetas, volvemos a salir desde el Refugio de la Renclusa. Son las 06:45 horas y por fin tenemos un "bello día soleado", sin apenas flujo de norte. La iso 0º se prevé que suba a los 3.700m y sabemos que el calor nos va a azotar. Tras la fusión de la nieve al sol la tarde anterior y el buen rehielo nocturno, la nieve dura matinal nos permite avanzar muy rápidos y, con poco esfuerzo, llegaremos al collado del Alba siguiendo nuestra propia huella del día anterior.
Desde el mismo comienzo, Blanca empieza a notar una molestia en el tobillo en la zona de la lengüeta delantera de la bota. La molestia pasará a ser dolor. Paramos y se abre la bota todo lo que puede para evitar el micro traumatismo repetitivo sobre la cara anterior del tobillo y sigue subiendo. Pero el dolor irá a más. Al llegar a la base del collado del Alba Blanca nos anuncia que el dolor es casi insoportable y que no puede acompañarnos en la vuelta a las Maladetas por Cregüeña. Para no romper el plan inicial, nos sugiere volverse ella sola a la Renclusa por la huella de subida.

En esto, Julio se acerca y le dice: “No creerás Blanca que te vamos a dejar bajarte sola, verdad?”
Examinamos el bollo que luce por encima de su tobillo. Así no podrá ir muy lejos. Blanca se toma un antiinflamatorio y se aplica frío local, con nieve en una bolsa, comprimiendo la tibia. El frío hace mejorar el dolor. Pero hay que pensar en otro plan.

Julio se dirige a mí: “Mira Jorge, voy a tener que reventarte otra vez tu plan de la vuelta a las Maladetas y vamos a hacer un plan mejor. Menos arriesgado, más cercano y más variado. Un plan por estos lares cercanos mientras Blanca se va recuperando del dolor y se anima a reengancharse”.

Así, Julio propone un plan muy cercano, al que Blanca podrá unirse en varios puntos intermedios si se recupera. Nos propone seguir como previsto al collado del Alba y, ya que el día anterior no todos hicieron el Pico Mir, subir todos de nuevo al Mir , pero esta vez accediendo por la brecha entre el Mir y el Sayó que el día anterior no habíamos encontrado. Luego podemos hacer una breve ida y vuelta al Sayó para después descender de vuelta al collado del Alba. Ahí Blanca podría ya reengancharse y seguir la ruta si estuviera lista. Si no, aún haríamos el Diente, por el sur, antes de bajar hasta ella.
Así, como tercer pico, Julio propone, tras bajar del Sayó y pasar al lado del collado del Alba, seguir flanqueando por la vertiente sur a acceder al Diente del Alba, subiendo por su ladera sur para luego descender esquiando por su ladera norte, llegando de nuevo a la olla donde estamos hablando con Blanca. Si aún quisiéramos hacer un cuarto tresmil, desde ahí podemos subir todos juntos al Pico del Alba antes de volver a la Renclusa. No está mal, no? Otros cuatro tresmiles en un palmo de terreno, sin tener que irnos muy lejos.

Este nuevo plan, variado y con todo muy a mano, nos parece perfecto. Así, mientras Blanca continúa aplicándose la bolsa de nieve al tobillo y espera la mejoría de la inflamación, los demás vamos saliendo hacia las rampas que llevan al collado del Alba, poniendo crampones para los 50 metros finales.

Blanca nos dice que si se ve mejor, en un ratín intentará seguirnos hacia el collado. Salgo el último cuando veo que el resto ya están casi coronando el corredor al collado del Alba. Llego con esquís a las rampas verticales, descalzo y pongo crampones. Antes de iniciar la rampa final, vuelvo a darme la vuelta y veo a Blanca foqueando hacia nosotros. Bieeen! Se ha recuperado! Qué crack!
La espero para la transición a crampones y subimos juntos al collado del Alba. Desde allí, siguiendo todos con crampones, accedemos por unas empinadas rampas en sombra, con nieve dura, hasta la brecha entre el Sayó y el Mir.
En la brecha dejaremos los crampones e iniciamos la arista al Pico Mir. No tiene nada que ver con el día anterior en que estaba completamente cubierta de nieve fresca. Ahora la roca está mucho más limpia y seca y es una delicia recorrerla con botas y suela vibram. Fotografío a Blanca y Champi conforme suben por la arista. Las vistas con las murallas norte nevadas del Cordier y del Sayó detrás de ellos son impresionantes. Muy pronto estamos todos en la cima del Mir, volviendo luego por nuestros pasos a la brecha.
De vuelta en la brecha, parte del grupo vuelve a poner crampones para descender al collado del Alba. Otros decidimos subir al Sayó, del que se puede dar cuenta en 5 minutos. Tras regresar de nuevo a la misma brecha, volveremos al collado del Alba, unos esquiando y otros con crampones.

Blanca está aguantando bien el dolor y se decide a seguir hacia el Diente, que atacaremos por su ladera sur. Su nieve blanda nos permite subir a algunos sin crampones, con los esquís a la espalda. La trepada final al estrecho bloque cimero es muy entretenida y allí Julio primero y yo después, nos haremos fotos a lo Rébuffat, suspendidos en la exigua cima.
Descendemos por la ruta normal de la vertiente norte, esquiando la pala norte que nos lleva al llano de esta mañana.
Desde allí aún seguiremos esquiando un poco más, en diagonal a la izquierda, para acercarnos a las murallas del Pico del Alba, el último tresmil del día. Allí Blanca decide quedarse a esperarnos, aplicando de nuevo nieve al tobillo mientras el resto damos cuenta del último pico del día y regresamos.

Julio nos lleva por la canal amplia de la derecha de la muralla, para tantear luego el descenso con esquís por allí. Tras descalzar en la base de la canal, la superamos y seguimos luego con esquís puestos hasta la base de la rampa final del Alba, que subiremos de nuevo con crampones.
El día sigue limpio. Foto de cima y descenso a por los esquís. Esquiamos la canal de la brecha que separa la vertiente de los ibones Alba de la zona de las Maladetas y pronto estamos de nuevo con Blanca, listos para el descenso final a la Renclusa.
Como estos días previos, la nieve vieja marrón desliza mejor y más rápida que la nueva nieve blanca, más pesada. Buscamos los “marrones” hasta que ya no queda más remedio que esquiar “por lo blanco”. Blanca aguanta estoicamente el dolor, como una campeona, esquiando toda la bajada hasta la Renclusa. Bajaremos luego a pie hacia la Besurta. Ya en los últimos metros, Blanca podría disfrutar de lo que es "andar sin dolor", al desprenderse de la carcasa y andar sólo con el botín. “Qué bien poder caminar sin dolor!!”, suelta sonriente.
En la Besurta damos por terminada la jornada y, seguramente, nuestra temporada de esquí.

Termina una atípica temporada de esquí de montaña, con muchos días de sol en invierno y con un tiempo muy revuelto en primavera. Sin embargo ha permitido hacer muchas cosas nuevas. Este broche final, tan original y variado, nos deja un buen sabor de boca en esta primavera tan complicada.

A ver cómo viene el año que viene. Ahora tocan otras actividades, siempre en buena compañía.

Hasta la temporada que viene!

Jorge

Van unas fotos del día


 Mapa 1:25.000 con el recorrido


 Por la vallecito del Ibón de la Renclusa


 Buen rehielo nocturno, nieve dura que desliza bien


 Bñamca sobre la nieve ondulada


 Nieve dura ondulada y un para de esquiadores


 Camino del collad, con nuestros objetivos a la vista


 Hacia el collado del Alba


 Blanca se rehace y acude al collado del Alba


 Cerca de la salida del collado


 Recorrido a los Picos Mir y Sayó desde el collado del Alba, accediendo a la brecha entre ambos


 Blanca y Champi, en la arista al Pico Mir

 Blanca, llegando a la cima del Mir


Foto de cima en el Mir:
Champi, Alfredo, Luis, Blanca de las nieves, Julio y yo

 Julio subiendo al Sayó. Detrás la brecha entre el Sayó y el Mir


 De vuelta al collado del Alba


 Atacando las rampas sur del Diente del Alba


 Blanca y Champi, ladera sur del Diente


 Blanca y yo, trepando a la cúspide del Diente del Alba


 Blanca y yo en el Diente
(foto cortesía de Julio Benedé)


 Blanca esquiando la ladera norte del Diente del Alba


 Vamos a nuestro 4º tresmil, el Alba, accediendo por la canal más ancha


 Por esta canal bajaremos luego esquiando


 Julio y Alfredo en las rampas finales al Pico del Alba


 Autorretrato con Julio en la cima del Pico del Alba


 Vistas de nuestros picos hacia el Este


 Volviendo a la Renclusa sobre nieve muy pesada.
Había que pillar la huella del compañero para coger velocidad


Blanca bajando a la Besurta

Y colorín colorado, nuestra temporada de esquí se ha terminado!
Hasta la temporada que viene!

El resto de fotos, pinchando aquí

domingo, 27 de mayo de 2012

PÓKER DE MALADETAS: Picos Sayó, Mir, Cordier y Maladeta Or, 23 mayo (Benasque)


Blanca de las nieves, llegando a la salida del corredor de la Rimaya, Maladeta Oriental

Póker de Maladetas: Picos Sayo, Mir, Cordier y Maladeta Oriental

Julio Benedé, Manu Sanz, Champi, Alfredo, Blanca de las nieves y yo

...además de un espontáneo grupo formado por Lara, Mireia, Juan y Pachi

23 mayo 2012


De la mano de Julio Benedé comprobamos cómo los planes mejor trazados muchas veces no se cumplen. Aprendimos a cómo adaptarnos a las condiciones de la montaña y de la meteorología según nos vienen.

Y sí, Julio Benedé (Ô Rey) nos volvió a guiar a todos cuando la visibilidad (exterior e interior) era más bien escasa. Julio equivale al Messi del esquí de travesía, con genialidades que durante dos días nos permitieron disfrutar de las Maladetas cuando contratiempos meteorológicos o contratiempos físicos de parte del grupo no permitían llevar a cabo el plan inicial. Ese plan que con tanto cariño hemos preparado y que luego tanto nos cuesta abandonar cuando la jornada se empieza a torcer.

Porque nuestro plan inicial ese miércoles, tras 3 días de nevadas, era dar la Vuelta a las Maladetas, saliendo de La Renclusa y yendo hacia el collado del Alba, descendiendo luego pegados al Pico Le Bondidier hacia el ibón de Cregüeña, desde donde pensábamos subir al collado de Cregüeña-Aragüells y de ahí, a través de los ibones de Coronas, acceder bien al collado de Coronas o bien al Aneto, por el corredor Estasen. Ambiciosa vuelta circular con la que solemos concluir la temporada de esquí de travesía estos últimos años.

Para ese día se preveía un flujo de norte sutil que, tras algunas nubes iniciales, fuera abriendo y diera lugar a un bello día soleado, con todas las crestas bañadas con las últimas nevadas.
Y el día amaneció tal como estaba previsto, con sol y con algunas nubes cruzando desde el lado francés, que no llegaban a cubrir nuestro recorrido y que permitían al sol entrar generosamente.

Salimos del Refugio hacia la derecha, al oeste, para coger el vallecito suspendido del Ibón de la Renclusa, antes de girar al sur y subir la amplia vaguada del Torrente del Diente y enlazar luego con el torrente del Alba.

Conforme vamos subiendo, el flujo de norte cubre de negro el cordal fronterizo y nos va enviando unas nubes que poco a poco se van apoderando de todo, hasta el punto de cubrirnos completamente al llegar a las cercanías del Cuello del Alba (3.081) a eso de las 9 de la mañana. Nos paramos en una olla cercana al collado. Allí van llegando otros montañeros que iban siguiendo nuestra huella o bien que iban hacia el Pico del Alba. Y allí, en ese llanito a 3.000m en tierra de nadie, con una visibilidad de sólo unos metros, nos quedamos todos sin saber muy bien qué hacer. Ummm...

En principio las previsiones indicaban que el día iría a mejor y que la ventana de sol llegaría tarde o temprano, pero lanzarse sin visibilidad hacia la vertiente de Cregüeña era una locura. Una vez allí, la escapatoria sería muy difícil en cualquier dirección.
Lo más normal habría sido dar media vuelta y volver todos por nuestras huellas al refugio de La Renclusa, con la incertidumbre de si un par de horas más tarde se abriría y nos quedaríamos todos con cara de tontos en el refugio al mediodía, lamentando una prematura retirada.

Y allí estábamos... Nadie de los que allí estábamos movía ficha.
Mirábamos alrededor y no reconocíamos nada ni nos atrevíamos a decir qué hacer, algo fastidiados por este contratiempo meteorológico (especialmente yo, que había "anunciado" un bello día soleado y que me tenía que tragar mis palabras).
Y allí, entre tanta duda e indecisión, Julio nos propuso ir ganando tiempo, haciendo tresmiles cercanos, que podríamos seguir enlazando con otros más tarde si los cielos finalmente se abrieran.

Y dicho y hecho, se encaminó hacia el collado del Alba, seguido por todos, por nuestro grupo y por dos nuevas parejas, la de Lara y Mireia y la de Juan y Pachi, que se unieron a la aventura de seguir "la ruta de la virgen" (A ver si se nos aparecía la virgen).
Tras descalzar y llegar a pie al collado del Alba, Julio nos guía hacia la izquierda (E), con idea de, con crampones, acceder a un collado o brecha que hay entre los Picos Mir y Sayó. Julio sabía dónde nos encontrábamos pero no terminaba de encontrar el punto exacto del paso . Así que fuimos probando, subiendo unas laderas bastante empinadas. Tras dos intentos, no encontramos el paso y Julio se vio obligado a acceder directamente al Sayó (3.211m) por la derecha, primer tresmil del día, llegando por su lomo sur en vez de hacerlo por la brecha entre el Sayó y el Mir.

En la cima del Sayó, todavía sin visibilidad, Julio me anima a descender con Manu, Teo y él la cresta que lleva a la brecha que nos separaba del Pico Mir (3.184m). Desde la brecha, la arista de roca al Mir está cubierta de nieve reciente y no resulta fácil adivinar por dónde pisar. Sin crampones para poder progresar mejor sobre roca y nieve suelta y a base de guante gordo, Julio va limpiando la arista para asegurar cada pisada. Nos va guiando por el fil de la arista hasta la cima, consiguiendo así el segundo tresmil del día, todavía sin visibilidad.

Este pequeño grupo formado por Julio, Manu, Teo y yo regresamos por la arista a la brecha y volvemos a trepar de nuevo al Sayó, donde el resto del grupo se ha quedado esperando. Algún claro empieza a anunciar que el día va a cambiar, pero de momento son fugaces y no termina de despejar.
Desde la cima del Sayó, con esquís puestos, vamos al Pico Cordier (3.263m). Justo en esos momentos, poco antes de las 13:00 horas, los cielo se abren por fin completamente. Pasamos de un cielo blanco a un precioso cielo azul adornado por el mar de nubes francés. Bieeenn!! Por fin llegaba la ventana de buen tiempo!! Victoriaaa!! Era el premio a la fe...

Con una sonrisa de oreja a oreja y en un periquete, damos cuenta del tercer tresmil del día, el Cordier. Nos imaginábamos la cara de bobos que se nos habría quedado si hubiéramos vuelto a la Renclusa sólo para ver cómo se abrían los cielos 3 horas después. Pero Julio aún nos animará a subir a un cuarto tresmil, la Maladeta oriental.
Desde la misma cima del Cordier iniciamos el descenso, esquiando su ladera norte hacia el Glaciar de la Maladeta. Julio limpia la pala somital haciendo cortes para desprender coladas que vayan purgando la pala. Tras él, vamos bajando esquiando uno a uno. Descalzamos esquís en un corte en la roca y luego trazamos una diagonal que nos dejará bajo la Maladeta Oriental. Ponemos pieles y para arriba. Dejamos esquís (todos salvo Julio) en la base del corredor de la Rimaya. El corredor stá muy bien tapado de nieve y su ascenso con crampones era una delicia.
Un rato después estábamos todos en la Maladeta (3.308m) el cuarto tresmil del día, con cielos azules y bellas vistas hacia un Aneto repleto de nieve.

Volveríamos por el corredor a por los esquís y, tras parar en su base para un merecido almuerzo de media hora, iniciaríamos el descenso final hacia la Renclusa por el Glaciar de la Maladeta.

Luego qeudaría una tarde al sol entre amigos, aunque Manu, Lara y Mireia se despiden. El resto disfrutaremos de una buena velada preparando la ruta del día siguiente. Pensamos que por fin haremos la Vuelta a las Maladetas. Pero...la haremos??
Al día siguiente Julio nos volverá a guiar en otro día en que imprevistos nos harían reflexionar sobre los planes iniciales y las decisiones a tomar según vienen las circunstancias.

Continuará.
Jorge García-Dihinx


Van unas fotos del día


 Mapa 1:25.000 con el recorrido que fuimos improvisando

Las Maladetas nos dan la bienvenida repletas de las últimas nevadas

 Accediendo al vallecito del Ibón de La Renclusa

 Blanca, con el marrón que se nos echaba encima por detrás

 En pleno marrón, intentando acceder a la brecha entre el Mir y el Sayó, tras flanquear el Cuello del Alba

 Nuevo intento por otra pala, más empinada

 Blanca de las nieves utiliza el piolet tracción para salir de la pala por arriba

 Destrepamos, guiados por Julio, desde el Sayó hacia la brecha que da al Pico Mir

 Julio y Manu en la arista del Pico Mir

 Lara y Blanca de las nieves, con el día ya limpio, camino del Cordier.
Atrás se ve la cima del Sayó, de la que veníamos

 Llegando al Cordier

 Foto en la cima del Cordier

 Julio purgando la pala somital

 En el paso de roca en que había que descalzar

 Llegamos a la base del corredor de la Rimaya, para subir a la Maladeta Oriental

 Julio sube con los esquís a lo fakir en un periquete

Blanca sube hacia el corredor

 En mitad del corredor

 Blanca, vista lateral

 La Maladeta estaba "repleta"

 Destrepando el corredor

 A mitad de descenso del corrredor

 Julio Benedé y su pupilo Manu Sanz (enfermero de Rescate de Alta Montaña)

 Champi, siempre especial

 Blanca

 Julio esquía pegado a la roca

 Nos despedimos del apuesto Manu
Blanca, Alfredo, Julio, Manu y Champi

 Lara

Lara se despide del grupo

 Julio y Blanca

 Julio y Alfredo

El resto de las fotos las podéis ver pinchando aquí