martes, 18 de julio de 2023

TRILOGÍA ANETO - PERDIGUERO - POSETS NonStop, por Natalia Román (Pyreneean Tiger), Benasque, 10 jul 2023

 

Natalia, tras salir de la vira de la cara Este del Posets, en las últimas trepadas antes de enlazar con la arista final a la cima. Eran las 8 de la tarde y llevaba ya 22 h de montaña sin descansar...


TRILOGÍA PIRENAICA: ANETO – PERDIGUERO – POSETS Non-Stop, por Natalia Román

Lunes 10 julio 2023, Benasque

Distancia 70 km  Desnivel + : 5.620 m   Horario: 26 h 36 min

El track: En Strava   En Wikiloc

Con Natalia, a las 21:44 horas, antes de su salida

En este enlace, la crónica de Natalia en su blog. Crónica que aquí he pegago y combinado con mis textos sobre el tramo que hicimos juntos.

JORGE:

Entre las 10 de la noche del domingo 9 de julio y la medianoche del lunes al martes (26 h), Natalia consiguió enlazar los tres gigantes del Valle de Benasque: El Aneto, el Perdiguero y el Posets.

Dos años antes ya había enlazado el Aneto y el Posets, justo cuando yo acababa de conocerla. En esta ocasión quería insertar en medio el Perdiguero, a pesar de la dureza de su inmunda pedrera.

Para su proyecto necesitaría algo de ayuda, al menos alguien que le acompañara en el Aneto al ir de noche y también alguien para el Posets desde Estós, al tratarse de un terreno y salvaje para acceder a la vira de su muralla Este antes de bajar por Eriste.

Mariano le acompañaría en la ruta nocturna al Aneto y, tras hacer a solas el Perdiguero por el Valle de Remuñe, se encontraría conmigo en el Refugio de Estós, para hacer juntos el bucle final Estós - Posets - Eriste.


De modo que yo sólo pude compartir ese último tercio y, aparte de mis sentimientos el resto del tiempo y mis breves comunicaciones con ella, sólo puedo relatar esa parte que hicimos juntos.

Así que, a continuación, os muestro el texto redactado por ella, en color gris marengo mientras que mis textos aparecerán en este color azul oscuro.

Empezamos!


NATALIA: 

El pirineo aragonés no es terreno para liebres. Sí para sarrios y corzos. Sus cimas requieren grandes dosis de orientación y, a pesar de relojes GPS y wikiloc, la mejor manera de iniciarse es por medio del compañero experimentado. Buenas noticias: el humano prevalece.

Un kilometro puede durar 5 minutos... o 50. En este pirineo salvaje e inhóspito, los números sí mienten. Ante esta cruda realidad, lo mejor es la paciencia – vaya, me la he dejado en casa.

Para comprender los motivos que me llevaron a soñar con una línea imaginaria uniendo 3 gigantes pirenaicos – Aneto, Posets, y Perdiguero - debemos retrotraernos en el tiempo; como mínimo hasta una fecha similar de julio de 2021, cuando uní Aneto y Posets por otra ruta más rápida pero menos lógica. Probablemente algo más allá, al verano de 1998, seguido del invierno del 2000. Ambos marcan el primer contacto con un valle – el de Benasque – que desde entonces ha ocupado mis días de andanzas y más de una noche de sueños.

Poco a poco, aprendí la receta para afrontar aventuras de un tamaño tan desbordante que casi uno no se atreve a expresar en voz alta. En palabras del genio Javier Marías ‘He aprendido a temer no sólo lo que se concibe, la idea, sino lo que la antecede o le es previo. Y así yo soy mi propio dolor y mi fiebre’.

La receta – no para el éxito, ¡sino para el comienzo! – requiere: Experiencia en montaña, conocimiento del terreno y ruta, resistencia física y mental, y una mezcla de ganas y determinación mayores que los imprevistos que puedan surgir. Dos cositas más, - quizás las más importantes – un equipo donde apoyarse y la cabeza fría para tomar decisiones ‘en el fragor de la batalla’.

Lo que viene a continuación es el relato de las 26 horas y 36 minutos que me llevó cubrir los 70.3km y +5620m de desnivel enlazando las cimas de Aneto, Perdiguero, y Posets de la forma más lógica y estética que dibujé en mi cabeza tras años de exploración pirenaica. En otras palabras: do not do this at home.


Ruta:

Salida de Benasque, Pico Aneto por Coronas con bajada por Salterillo a Llanos del Hospital.

Perdiguero por Remuñe con bajada por el collado de Ubago al Refugio de Estós.

Posets por el collado de La Paul y posterior vira E + cresta con bajada final por Refugio Ángel Orús a Eriste.



ANETO: DOS LUCES EN LA ARDIENTE OSCURIDAD

Salida Benasque 22 h, domingo 9 julio

Benasque – Ref Coronas – Collado Coronas – Aneto – Ibón Salterillo – Besurta – Llanos Hospital (Aparcamiento del Vado).



NATALIA:

Tomando café antes de la salida
Ya se sabe que dios los cría y ellos se juntan. Hablo de los motivados como Mariano, al cual conocí bajando del Posets (bueno, él subía). Café mediante, las aventuras esporádicas han sido una constante en los últimos años. Bastó un audio explicándole mi plan loco para que Mariano confirmara su disponibilidad y voluntad de acompañarme al primer gigante, el Aneto.

Son las 21:45 del domingo 9 de Julio. Es momento del tradicional café que precederá a una noche en vela. Estoy con ganas de empezar y cuando veo en el reloj las 21:59, me entra un ataque de prisa como si me fuera a perder la salida de una carrera. ¡Qué tontería!

Mariano y yo enfilamos la calle Mayor de Benasque y corremos los primeros 2 km con las últimas luces del día. Cielo despejado, temperatura cálida. Me pregunto cómo será la dinámica de ir juntos, pero a la vez con objetivos diferentes: él siempre dispuesto a echar una mano; yo concentrada en el aquí y ahora, pero también con un ojo puesto en lo que me espera más allá del Aneto.


Momentos antes de la salida


Entre charleta y charleta llegamos al final de la pista de Ballibierna en 1h 42’ -casi
20 min más rápido 
de lo calculado. Probablemente no las mejores noticias cuando esperas estar en movimiento 24h.

Mariano está preocupado por pasarnos de ritmo; yo por la sed. Hasta aquí mi glucemia ha seguido un patrón que bien conozco de las carreras que salen de noche. Poco a poco ha subido de 80 a 130 mg/dL a pesar de no comer y solo beber agua. Mi tendencia sería corregir con 1 unidad de insulina rápida.

Sin embargo, decido esperar y ver cómo evoluciona una vez que cojamos la senda. La insulina basal de la noche la he reducido de 6-7u a 4u de Levemir. Además, he cenado un buen entrecôte 5 h antes de la salida, para que tanto la proteína como la Insulina Regular (IR) Actrapid estén ya fuera del sistema.

Ahora es cuando empieza el trabajo en equipo. La navegación nocturna resulta ser - de lejos - el aspecto más complicado del Aneto. Los dos conocemos la ruta, y por ello mismo somos plenamente conscientes de lo fácil que es perder la senda. Una vez en la zona de los ibones, seguir mojones con la noche cerrada nos resulta complejo. Menos mal que somos dos optimistas motivados. Lo importante no es cuantas veces te embarcas, sino cuánto rato te cuesta desembarcarte. En la zona baja del bosque dibujamos unas líneas de GPS para el recuerdo y las posteriores risas. Navegamos los ibones medio y superior de Coronas con relativa soltura. Desgraciadamente, mi sed se ha transformado en deshidratación nivel ‘barriga de niño africano’ y las consiguientes nauseas. ‘Nos conocemos, amiga. Pero esta vez, mando yo’, le digo. Me encomiendo a la gran Courtney Dauwalter y me repito una y otra vez que todo pasa, embrace the pain cave.

La nieve parece no llegar nunca. Con una glucemia ‘instalada’ en la perfección (alrededor de 90 mg/dL) decido comer una barrita (12g protein, 9g carbs) con 1u fiasp (Insulina rápida). Por fin cogemos la senda glaciar - todavía sin nieve - que enfila hacia el collado de Coronas. Sin embargo, en la zona alta nos encontramos escalando una chimenea que no encaja con nuestro recuerdo de la zona y, efectivamente, se encuentra a la izquierda de la subida normal. Nos toca retroceder y cruzar un nevero duro e inclinado. Si esperamos a necesitar los crampones, será ya demasiado tarde para ponerlos con seguridad. Así que ponemos crampones, guantes, manga larga, y cuidadín.



Lo que más me preocupa de la zona son los desprendimientos de piedras. Algo que no podemos controlar, pero sí minimizar sin nos movemos con eficiencia. En un pis pas estamos en el collado y respiramos aliviados. Son las 3:20AM del lunes. Mantenemos crampones hasta que la huella se corta y parece que toca roca. Qué raro, ninguno de los dos lo recordamos así. Quitamos crampones y, aunque más adelante se podría progresar por nieve, conseguimos evitarla y llegar hasta la cima por roca. El cielo, de un negro impertérrito. Estrellada y ventosa noche. Antes de llegar a la cruz de Aneto 3404m, la cabeza ya planea cómo gestionar la bajada hacía el ibón de Salterillo. Foto y mensaje a Jorge: Cima 4am. Vado 6:30?

Subiendo hemos localizado la huella de los que suben por la cara N, que será nuestra bajada. Más directa que de costumbre, pero sobre una nieve perfecta – ni demasiado dura haciendo peligrosa una caída, ni demasiado blanda como para hundirse y retrasar la progresión. Al ponernos los crampones alrededor de 3300m, también mido glucemia en sangre (hasta ahora me fiaba del sensor Dexcom CGM). ¡Cómo no! cuando yo bajo, ella sube. Para frenar la subida, me pincho 2u fiasp (I Rápida) y termino la barrita de proteína. La bajada sobre la nieve requiere atención, pero es rápida. Llevo doble frontal – frente y pecho – lo cuál ayuda a ver lo inmediato y parcialmente lo que está por llegar.

Nieve continua – y cada vez más blanda - hasta 2800m. Quitamos crampones, y con ellos se marcha también el optimismo, jaja. Desde este punto hasta el cruce con la senda de subida al collado de la Renclusa / bajada a Aigualluts, tanto la navegación como el terreno se vuelven insufribles. Gracias a la buena memoria de Mariano vamos bajando en una diagonal infinita hacia la izquierda. Las primeras luces sobre la divisoria con Francia nos brindan un amanecer rosa. La potencia de las frontales (llevo dos con sus baterías de recambio) flaquea, y espero con ansia el momento en que la luz natural baste para saltar de piedra en piedra.


Acordamos bajar por Aigualluts aunque toque mojarnos. Finalmente, Mariano se saca de la chistera una travesía ‘en precario’ por encima del barranco y nos ahorramos 15’ de vuelta. Llegando a Besurta (7am), no necesito ni sensor ni glucómetro para saber que urge tratar una hipoglucemia. Nada que unos ositos de gominola y un dátil gigante no puedan solucionar. Continuamos trotando con alegría por el GR entre vacas hacia Llanos del Hospital. ¡Qué felices nos hace la luz de la mañana! Ya no queda nada para el desayuno, aligerar la mochila, ropa seca…. El paraíso!

Tramo del Glaciar del Aneto al Salterillo y hasta el Forao de Aigualluts


Tramo de Aigualluts al Parking del Vado de los Llanos del Hospital


JORGE, Benasque:

Una hora tras la salida de Benasque a las 10 PM me echo a dormir. Me pongo una alarma a las 4:20 AM para mirar el móvil y ver qué mensaje me ha enviado Natalia desde la cima del Aneto, con su hora estimada de llegada al Vado del Hospital de Benasque.

Leo su mensaje: "Cima 4am. Vado 6:30?" Decido entonces dormir 1 hora más, hasta las 05:20 AM. Me levanto y tras un café con leche rápido salgo de Benasque en coche para llegar al Parking del Vado algo antes de las 06:30 AM.
Como sé que es difícil calcular el tiempo de bajada y más de noche, espero orientando el coche hacia la carretera que viene del Hospital de Benasque.

Al rato veo que siguen sin venir, así que decido ponerme el antifaz y dormir un poco más, hasta que me despierten a su llegada, como así fue, a las 7:30 AM, una hora después de lo previsto por Natalia.


PERDIGUERO: AGUA, PIEDRAS Y SOLEDAD

Aparcamiento Vado – Remuñe – Ibon Blanco Literola – Perdiguero – Collado Ubago – Cabaña Turmo – Refugio Estós


NATALIA:

7:30 AM Knock, knock. Jorge abre los ojos de bello durmiente y enseguida nos ponemos en acción (aunque sin ninguna prisa). Toda la noche en modo navegación ha dejado el reloj casi sin batería.

Cambio de ropa, bocata de pavo y queso crema con pan keto, tortilla de patata, galletas… media hora pasa volando. Me pincho 3u de Novorapid (I rápida) con el desayuno totalmente ‘a ojo’. A su vez, toca insulina basal: 5u Levemir, en lugar de las 8-9u correspondientes.

Llena de optimismo – y sorprendentemente fresca físicamente – a las 8AM me despido de Mariano – gratitud infinita – y Jorge – see you later, alligator – y encaro con calma el repechón que une el vado con el comienzo de la senda del valle de Remuñe. El Perdiguero va a ser mi pequeña fiesta privada.

Turn on the music! Noto que el cuerpo ha pasado a ‘modo ultra’ y por suerte sigo un ritmo constante que no me desgasta en exceso. La insulina del desayuno me está pasando factura y, aunque las hipoglucemias nunca llegan a ser muy pronunciadas, voy comiendo gominolas durante la mayor parte de la subida tendida. Sin embargo, mi sensor de medición continua de glucemia da valores bajos por error. Gracias a la música y a la belleza de este infinito valle, consigo distraerme de los pitidos de las alarmas del sensor… También aprovecho para beber en abundancia (la deshidratación hace que el sensor funcione peor) y meter las piernas en cada río, riachuelo, y charco.



Tras 1.5h siguiendo la margen orográfica izquierda del río – que por entonces seguía a la sombra – cruzo al otro lado en dirección al Portal de Remuñe. Por momentos dudo que la senda herbosa con gran exposición – he pasado de bastones a guantes de jardinera – sea la ruta normal. Aun así, me resulta cómodo progresar, voy en la dirección correcta, y ganando altura. ¡Qué más se puede pedir!

Más arriba, una atravesía horizontal me deja en la senda marcada con puntos que
va al Ibón Blanco 
de Literola. Piedras y más piedras. Finalmente alcanzo el Ibón en bajada y afronto la escombrera del Perdiguero ‘Dios mío, qué pereza’.

El viento, incesante. De mi última vez allí, recuerdo este tramo tan incómodo, y la cima tan lejana, ¡¡que cuando llego a ella estoy convencida de que no es así!! Hasta que no encuentro la piedrita Perdiguero 3222m’ no me lo creo. Foto y funambulismo para encontrar cobertura.

Breve mensaje:

Cima 12:02. Puntual como un tren suizo 




El collado de Ubago posibilita unir el valle de Remuñe /Literola con el de Estós. Esta poco transitada variante - la conocía solo en subida y el recuerdo es ya muy borroso - me resulta perdedora y tramposa. Miro y re-miro el track y también al horizonte en busca de mojones. A veces no veo ninguno; otras, demasiados y en direcciones opuestas.

La progresión se hace lentísima. La batería del reloj Garmin se aproxima peligrosamente al dígito único. Ni que decir tiene que los únicos seres vivos a kilómetros a la redonda son las vacas de los pastos de Ubago. La glucemia es la única certidumbre: estable y perfecta.

La situación empieza a cabrearme. Sin camino claro o dirección cierta, me muevo de piedra en piedra. Tanto equilibrio y atención me genera fatiga mental. Sólo quiero llegar al falso llano de la pradera. ¿Y después qué? Menos mal que la batería del reloj alcanza para colocarme en la senda correcta que se adentra en el bosque.

Desde aquí casi veo la Cabaña del Turmo y ciertamente siento el calor del valle ascendiendo como llamas de hoguera. Cada río, un baño. Cuando salgo del bosque, han transcurrido 2h30’ desde la cima.

Pensaba estar ya en el refugio de Estós… sin embargo, todavía me separan 4km No se si son las ansias de llegar a mi ansiado avituallamiento, el estar ya en terreno conocido, o el saber que para el Posets cuento con la ayuda de Jorge… el caso es que me pongo a correr como si acabara de salir de casa.

Bajo un sol de justicia, llego al Refugio de Estos a las 3PM. No lo sé todavía, pero ese trote totalmente innecesario me va a‘regalar’ horas de sufrimiento más pronto que tarde.


JORGE, Benasque - Refugio de Estós:

Tras salir Natalia del Parking del Vado hacia Remuñe (8 AM), bajo a Mariano a Benasque y empiezo a preparar todo para mi salid hacia Estós. Me bajo los crampones de Natalia, que no necesitará en el tramo del Perdiguero y su ropa sucia. En el parking del Vado había comido tortilla y más cosas que había dejado preparadas para esa transición y se había cambiado de ropa. Fue una parada muy importante para retomar fuerzas, cambiar a ropa seca y a chip de "sol y calor" y para darme material que yo luego le subiría a Estós.

Comunicación de 8 a 14 horas del lunes: En principio asumimos que Natalia haría todo el valle de Remuñe sin cobertura. También asumimos que en la cima del Perdiguero cogería cobertura y me enviaría un watasap para decirme una hora estimada de llegada al Refugio de Estós.

El tiempo pasa lento cuando esperas un watsap que no llega. Por alguna razón yo había pensado que llegaría al Perdiguero más rápida de las 4 h previstas y ya a las 11 estaba impaciente al no tener noticias de ella.

Por fin, a las 12:04 recibo su watsap: "Cima 12:04 h En 2 horas en Estós!"

Fantástico!, respiré aliviado.

Salgo con todo preparado. Como he podido he metido los 2 pares de crampones en mi mini mochila de correr Salomon de 12L, junto con comida para ella para cuando llegue a Estós y un recambio de calcetines, buff y ropa interior.

Ana me sube en coche al Parking de Estós, desde donde inicio mi ruta hacia El Refugio. Alterno correr y caminar. Hace calor. Es pasado mediodía. Menudas horas de ir hacia el Posets, pienso, jaja.

Al pasar por la Cabaña del Turmo miro a la senda por la que ella bajará del Collado de Ubado. Me quedo un rato mirando la senda, pensando que en cualquier momento ella va a aparecer por ella, trotando de bajada. Pero al rato decido seguir mi ruta. Ya habíamos quedado que sería más cómodo quedar en el Refugio, para que el que llegue primero espere un lugar cómodo, con comida, bebida, baños, etc.

Llego al refugio, pensando que poco después de las 2 de la tarde va a aparecer Natalia. Pero no lo hace. Ninguno sabíamos lo duro que iba a resultar la inmunda pedrera desde la cima al Collado de Ugago y lo perdedor que es ese tramo de después hasta que encuentras la senda buna que entra en el valle de Estós.

Empiezo a preocuparme mientras miro el reloj. Son las 14:45 horas y ni rastro de ella. Calculo nuestro horario al Posets y nuestro descenso posterior a Eriste y veo que nos va a pillar la noche bajando en la parte final. Llevo 2 frontales con 2 baterías de repuesto. La luz no será problema, aunque se baja mucho mejor con luz natural que con frontal.

Mi problema es que al día siguiente tenía que trabajar en Huesca y todavía estaba por ver a qué hora nos íbamos a acostar en Benasque esa noche...


Por fin, a las 14:55 h veo una chica de blanco, corriendo por la senda...

Qué máquina, corriendo senda arriba! Dios mío, no sé cómo le quedan fuerzas, pienso



POSETS: MANUAL DE RESISTENCIA

Refugio Estós – Collado La Paul – Vira E – Posets – Canal Fonda – Ref Ángel Orús - Eriste



NATALIA: 

Veo un par de brazos como aspas de molino saludándome desde la terraza del Refugio de Estós. Los gritos sólo los intuyo ya que voy con la música a tope. Ahí está Jorge, fiel escudero. Después de muchas horas en la soledad e intimidad de la montaña más remota, resulta siempre extraño volver a entrar en contacto con la realidad y los humanos que la habitan.

Me encuentro un poco desubicada entre montañeros tomando cerveza, acordando la hora del desayuno, y hablando de la ruta del día siguiente. Menos mal que Nico – el guarda de Estós – está pendiente de nosotros y nuestras peticiones ridículas… ¿hielo? ¡No por encima de 1500m!

Finalmente me lavo un poco cara y manos para poder medir glucemia con fiabilidad, me pincho 3u fiasp (resultarán ser demasiadas) y como algo de bocata de jamón, patatas fritas, almendras, galletas. En pequeñas cantidades por el apabullante calor. Mención especial al vaso de leche de Nico. Yo no sé qué pasa, pero el reloj se acelera en los descansos. Enseguida pasan 30’ y pienso que ya vamos echándole un pulso al atardecer.


Me cuesta horrores retomar la marcha, lo cual sorprende y preocupa a partes iguales. Cruzamos el río y enfilamos esa media ladera herbosa que el pasado septiembre estaba llena de vacas (y mierdas de vaca), y que ahora nos recibe con una vegetación de cerca de 1m de altura. Bromeo con hacerme vegana… I don’t think so!


A cada paso trasluce la realidad: me cuesta respirar en cuanto rebaso la mitad de mi zona 2. Vamos, que me ahogo. Y el calor no ayuda. Piloto automático: Jorge a cargo de la navegación, visera calada, pasito corto, y la única marcha que tengo (subimos a unos 400-450m la hora). En cuanto llevamos una hora de marcha saco la calculadora: si hemos subido 400m y la subida son unos 1500m, ya ‘solo’ nos quedan 1100m. Bueno, en realidad, los últimos 200m de roca, vira, y cresta no cuentan; así que nos quedan 900m. Total, un par de horas. ¡Aquí el que no se consuela es porque no quiere! Si no conociéramos el terreno, igual hasta colaba…

La senda que sube hacia la Coma de la Paúl bajo las agujas de la Paúl es perdedora y hay que estar muy atentos para no perderla. Cruza un par de barrancos en los que baja unp poco, con caía a la derecha, donde hay que progresar con cuidado


En la coma de la Paúl, seca, como siempre
Y el Dexcom no para de pitar cada 5 minutos. En algún momento noto síntomas de hipoglucemia que trato con higos secos y tabletas de glucosa. Pero llega un punto que dudo de la veracidad de los valores del sensor. La glucemia en capilar marca 4.4 mmol/L (82 mg/dL) justo después de engullir unas chuches y darle un mini mordisco a un Sneakers de Jorge. Intuyo lo que va a pasar – hiperglucemia al canto – pero estoy demasiado harta del teatrillo T1D. ¡Que le den!


Entre silencios que dicen más que cualquier palabra, avistamos el Collado de La Paul. ‘Está a tomar por Gauli’ (dicese de un lugar muy lejano) suspiro con algo de desconsuelo. Jorge suelta su último ‘todavía es más corto bajar por donde hemos venido que seguir’. Y UN JAMÓN! le digo – aunque no lo piense. Mientras tanto, el reloj marca +5000m de desnivel. Un pequeño empujoncito moral

La subida por la Paúl tiene tramos duros, de pendiente con apenas senda




JORGE:
Desde el comienzo del tramo juntos, desde el Refugio de Estós, noto cómo Natalia no sube a su ritmo habitual. Lo cual era normal tras las 18 horas de paliza que llevaba. Miro nuestro ritmo de progresión (acostumbrado a verla a ritmos más rápidos) y voy mirando el reloj, estimando todavía tooodo lo que nos quedaba por delante.
Lo bueno es que esta misma ruta la habíamos hecho juntos el pasado septiembre y sabíamos cómo no perder la senda (en caso de perderla, siempre va más alta en la diagonal de donde estás. Así, casi siempre acertarás).

Mi preocupación era que sucumbiera al esfuerzo acumulado y no pudiera seguir cuando estuviéramos en un punto de no retorno. De modo que, de vez en cuando le iba diciendo que "todavía estábamos en un punto de darnos la vuelta hacia Benasque sin que pasara nada". A lo que ella respondía: " Pero qué dices. Vamos para adelante, que puedo, chico!".

Recuerdo perfectamente la ruta y la recuerdo larga y dura. La Coma de La Paún no suele tener agua en verano. Por suerte, a mitad de valle pasamos al lado de un nevero y cogimos agua que se iba derritiendo a su lado y le echamos sales. Esa resposición de agua nos vendría muy bien para el resto de la ruta.


Tras cruzar el collado de la Paúl, decidimos poner crampones para acercarnos a la muralla rocsa y subir lo más alto por nieve hacia ella, pues la muralla tiene la roca muy suelta y es delicada su progresión


NATALIA:
Al superar el collado de La Paul por fin ganamos una visión completa sobre la cuenca que nos llevará a la famosa pared Este con su vira ‘mágica’. Y es que - a menos que sepas dónde está ese pasillo directo a la cresta – la pared parece inexpugnable.

Mi esperanza es progresar por nieve cuanto antes y llegar con crampones lo más alto posible. Después, continuamos en travesía horizontal hacia la derecha buscando la vira – ATENCIÓN, TERRENO MUY PRECARIO. Técnicamente es una trepadilla fácil, pero sobre terreno totalmente descompuesto y con patio bajo nuestros pies.


Tras pasar de la nieve a la roca entramos en terreno precario, inclinado y con piedra muy suelta. Hay que progersar con cuiddo y atención. Es el tramo más delicado hasta llegar a la vira diagonal, que todavía estaba alta en la muralla



Natalia progresa en ese terreno inclinado y lleno de roca suelta, donde era fácil resbalar y donde había que ir con atención

NATALIA:

Cuando estamos a escasos metros de alcanzar la vira, un nevero literalmente colgado de la pared nos corta el paso. Le digo de medio broma a Jorge que pruebe a pasar entre la nieve y la pared. Sus gritos de alegría cundo llega al otro lado confirman que no era una idea tan tan loca.

Aliviada, paso y le doy un mordisco al nevero. ¡Qué rico! Eso sí, nada de cantos de sirenas; a cada paso acelerado, le sigue una pausa-jadeo.

En fin, sabíamos a lo que íbamos, ¡y aun así fuimos!



Ruta seguida (aproximadamente) hasta llegar a la vira horizontal. Por suerte pudimos pasar el tramo del nevero por su interior

La cresta con las luces de la tarde gana en belleza. Jorge documenta estos momentos en foto y video.

A mi me viene justo para progresar a ritmo de infantería. Es de las pocas veces que la fatiga aplaca las emociones típicas que afloran al alcanzar una cima soñada – una trilogía de cimas en este caso.


Por fin en la vira Este del Posets. Ya sólo quedaba recorrerla y lueto trepar todavía un poco para alcanzar la arista cimer. Lo más expuesto ya había pasado.


JORGE:

Una vez en la vira, ya a salvo del terreno inclinado y descompuesto que los había llegado a ella, respiré tranquilo. Aunque todaía nos quedaba mucho para volver a la civilización, sabía que ya teníamos a tiro la cima del Posets.

Sabía que la haríamos con luz y que bajríamos con luz casi todo el tramo hasta la GR-11 ya cerca del Refugio del Angel Orús. Una vez en la senda GR-11, aun en la noche, con el frontal podríamos descender, sin prisas, hacia Eriste.


Una vez fuera de la vira, quedaban unos tramos de trepadas no difíciles, pero algo expuestos en algún punto y con roca descompuesta, debiendo comprobar bien a dónde se agarraba uno en cada paso

En estos tramos disfruté fotografiando a Natalia con las últimas luces de la tarde en ese ambiente de alta montaña tan bello, ya con los últimos pasos, no muy difíciles, hacia la arista final al Posets.

Quedaban unos pequeños pasos de trepada, algo expuestos, pero no difíciles, para llegar a la arista final, que se recorre a pie, sin dificultades, hasta la cima del Posest.



En un pequeño destrepe antes de encaramarnos a la arista final del Posets




Ya estábamos en la arista final al Posets. Sólo quedaba caminar hacia ella con las luces de la tarde. Lo más díficil ya estaba conseguido...



Al fondo de la arista ya vemos el vértice geodésico esperándonos, a solas, para compartir en solitario esta última cima




Últimos metros para Natalia a la cima del Posets. Se cumplía un sueño. Las tres cimas seguidas, por fin




Otras veces hemos celebrado la cima juntos, depie junto al vértice geodésico. Esta vez Natalia sólo podía sentarse y ser cosnciente de que ya sólo quedaba bajar. Ser consciente de la dureza de este día. Estábamos en la cima del Posets. Eran las 8:27 PM



as vistas hacia el oeste eran preciosas con ese sol al que sólo le quedaba una hora antes de ocultarse por el horizonte


NATALIA:

Agradezco a Jorge su paciencia y me disculpo por hacerle sufrir. Ahora solo queda bajar de este monstruo pirenaico. No importa cuantas horas dure. Ya veo el fin.

Sorteamos la parte más técnica con resbalones varios. Conseguimos evitar la nieve en la Canal Fonda por su izquierda. Y al llegar al GR que une los refugios de Angel Orús y Biados, sabemos que ahora solo queda resistir. Y en la mochila llevamos el manual de resistencia (versión de bolsillo, que la tapa dura pesa jaja)



Natalia, iniciando el descenso de la ruta normal del Posets hacia el Refugio del Angel Orús




La Canal Fonda todavía tendía nieve, pero se podía salvar (sin necesidad de poner crampones) por una senda por la izquierda



Eso sí, yo no contaba con la fiesta visual y auditiva que me iba a acompañar en cuanto la falta luz nos 
exigió encender la frontal. Minutos antes de llegar al Ángel Orús comparto con Jorge mi sorpresa al ver "un campamento de tiendas igloo perfectamente alineadas". Obviamente no hay ningún campamento. No sé qué le pasaría a Jorge por la cabeza (mejor leer su crónica).


JORGE:

Bajamos lentamente, sabiendo que no podemos permitirnos el lujo de una torcedura de tobillo. Tras pasar la Canal Fonda por la izquierda para evitar el nevero que aún quedaba, la luz va siendo cada vez más ténue. Paramos en el momento de cruzar el puente de la foto, para que Natalia vea cómo va su glucemia y descansar un poco.

Conforme nos acercamos al Refugio del Angel Orús, pasadas las 10 de la noche, ya encendiendo el frontal, Natalia empieza a ver alucinaciones (casas y poblados enteros... me dice). Es lo que tiene llevar 24 horas sin dormir. El cerebro entra en alucinaciones. Necesita dormir y lo pide a gritos (cuán importante es el sueño... Por eso a mí no me convencen nada esos ultras de 24 horas o más en los que sales sin dormir... bufff... qué malo para la salud, pienso).



Refugio del Angel Orús: 10:20 PM

Llegango al refugio, me adelanto en un trote final no vaya a ser que los guardas se vayan a dormir y nos quedemos sin un pequeño refigerio.
Ya sabía lo que quería, medio litro de leche fría para cada uno! Le leche es el líquido que más hidrata (por las sales que se absorben y retienen más líquido en el cuerpo que el agua) y, además, alimenta!!

Por suerte, estaba de guardián mi amigo Chema, que nos vació una botella de leche fría en dos jarras de cerveza y nos acompaño en una charla durante esos 15-20 minutos en el refugio. Ya había cerrado la caja y ni nos cobró. Un encanto de persona. Mil gracias, Chema!

Nos quedaban la bajada al Parking de la Espigantosa por la GR-11 y luego la parte final a Eriste. En total 1.200m más hasta la civilización. Y ya era noche cerrada.
Salimos y en cuanto encendemos los frontales nos rodean las cabezas decenas de luciérnagas, mosquitos y demás invertebrados, como en un remolino... A veces era tan, tan molesto, que debíamos apagar la luz y continuar un rato con la luz roja antes de atrevernos a encender de nuevo el frontal. Tuvimos que bajar con el frontal a potencia media, porque a máxima potencia atraíamos a todos los insectos del valle.
Bajábamos andando. Nada de correr con esa mala visibilidad y con las piernas cansadas de Natalia.

Yo sabía que llegaríamos al coche pasada la medianoche y que ib a dormir menos de 5 horas en Benasque antes del madrugón del día siguiente para bajar a trabajar a Huesca. Pero me tomaba cada pasito como una victoria sin esguinces ni contratiempos. Lo más duro ya estaba hecho. Sólo quedaba aguantar hata la Espigantosa y, ya en la pista, trotar hacia Eriste con la brisa de la noche....






NATALIA:

En la cima mi glucemia estaba algo alta y continuó en ascenso durante los primero 500m de desnivel. Traicionando mi intención de no corregir con insulina glucemias por debajo de 160 mg/dL en carrera (aunque esta locura no lo sea), me pincho 2u fiasp. La glucemia comienza a bajar lentamente hasta que, momentos antes de llegar al refugio, lo hace en picado. Empiezo a sudar (gracias, señora adrenalina), me falta coordinación física y mental. Dátil, chuche, galletas… y medio litro de leche ofrecido por el amable guarda. Sé que me estoy pasando 3 pueblos y medio, pero…. ¡Qué rica está la leche!

Solo nos queda bajar por senda a la Espigantosa y por la pista a Eriste. Encendemos frontales y un millón de insectos se frotan las alas (??). No podemos ni respirar o abrir los ojos. Nos movemos por momentos sin luz, a veces con la luz roja, y, cuando parece que hay menos vegetación, con la intensidad media del foco. Cada vez que la senda transcurre cerca del río yo oigo con toda claridad la música y las conversaciones de una fiesta. Sé que no es real, pero los sentidos lo disimulan de maravilla. A su vez, los tropezones son constantes y cada golpe en las uñas me hace maldecir esta bajada.

Ya en la pista, las alucinaciones visuales son tan creativas que me siento como en el cine 3D. Elfos de navidad, botes de cristal con velitas, Jorge sosteniendo un cartel con una flecha gigante… y entre medias pensamientos lúcidos del tipo ‘ostras, a esto es lo que se refería la peña’. ¡Ya pertenezco al club de los avistadores de unicornios!

Por las calles de Eriste, a las 00:35 AM


Llegamos a Eriste y ahí está ella: Anita, alias churri, alias la avitualladora oficial.


Tanto Ana como Jorge concluyen: PERO QUÉ NECESIDAD!!!!


Yo, borracha de felicidad, cansancio, y lucecitas de colores, concluyo que si un ‘porque está ahí’ valió para justificar expediciones al Everest, bien vale para explicar estas trilogías de aspirante a aventurera.
F I N
JORGE: Amen