domingo, 27 de mayo de 2012

PÓKER DE MALADETAS: Picos Sayó, Mir, Cordier y Maladeta Or, 23 mayo (Benasque)


Blanca de las nieves, llegando a la salida del corredor de la Rimaya, Maladeta Oriental

Póker de Maladetas: Picos Sayo, Mir, Cordier y Maladeta Oriental

Julio Benedé, Manu Sanz, Champi, Alfredo, Blanca de las nieves y yo

...además de un espontáneo grupo formado por Lara, Mireia, Juan y Pachi

23 mayo 2012


De la mano de Julio Benedé comprobamos cómo los planes mejor trazados muchas veces no se cumplen. Aprendimos a cómo adaptarnos a las condiciones de la montaña y de la meteorología según nos vienen.

Y sí, Julio Benedé (Ô Rey) nos volvió a guiar a todos cuando la visibilidad (exterior e interior) era más bien escasa. Julio equivale al Messi del esquí de travesía, con genialidades que durante dos días nos permitieron disfrutar de las Maladetas cuando contratiempos meteorológicos o contratiempos físicos de parte del grupo no permitían llevar a cabo el plan inicial. Ese plan que con tanto cariño hemos preparado y que luego tanto nos cuesta abandonar cuando la jornada se empieza a torcer.

Porque nuestro plan inicial ese miércoles, tras 3 días de nevadas, era dar la Vuelta a las Maladetas, saliendo de La Renclusa y yendo hacia el collado del Alba, descendiendo luego pegados al Pico Le Bondidier hacia el ibón de Cregüeña, desde donde pensábamos subir al collado de Cregüeña-Aragüells y de ahí, a través de los ibones de Coronas, acceder bien al collado de Coronas o bien al Aneto, por el corredor Estasen. Ambiciosa vuelta circular con la que solemos concluir la temporada de esquí de travesía estos últimos años.

Para ese día se preveía un flujo de norte sutil que, tras algunas nubes iniciales, fuera abriendo y diera lugar a un bello día soleado, con todas las crestas bañadas con las últimas nevadas.
Y el día amaneció tal como estaba previsto, con sol y con algunas nubes cruzando desde el lado francés, que no llegaban a cubrir nuestro recorrido y que permitían al sol entrar generosamente.

Salimos del Refugio hacia la derecha, al oeste, para coger el vallecito suspendido del Ibón de la Renclusa, antes de girar al sur y subir la amplia vaguada del Torrente del Diente y enlazar luego con el torrente del Alba.

Conforme vamos subiendo, el flujo de norte cubre de negro el cordal fronterizo y nos va enviando unas nubes que poco a poco se van apoderando de todo, hasta el punto de cubrirnos completamente al llegar a las cercanías del Cuello del Alba (3.081) a eso de las 9 de la mañana. Nos paramos en una olla cercana al collado. Allí van llegando otros montañeros que iban siguiendo nuestra huella o bien que iban hacia el Pico del Alba. Y allí, en ese llanito a 3.000m en tierra de nadie, con una visibilidad de sólo unos metros, nos quedamos todos sin saber muy bien qué hacer. Ummm...

En principio las previsiones indicaban que el día iría a mejor y que la ventana de sol llegaría tarde o temprano, pero lanzarse sin visibilidad hacia la vertiente de Cregüeña era una locura. Una vez allí, la escapatoria sería muy difícil en cualquier dirección.
Lo más normal habría sido dar media vuelta y volver todos por nuestras huellas al refugio de La Renclusa, con la incertidumbre de si un par de horas más tarde se abriría y nos quedaríamos todos con cara de tontos en el refugio al mediodía, lamentando una prematura retirada.

Y allí estábamos... Nadie de los que allí estábamos movía ficha.
Mirábamos alrededor y no reconocíamos nada ni nos atrevíamos a decir qué hacer, algo fastidiados por este contratiempo meteorológico (especialmente yo, que había "anunciado" un bello día soleado y que me tenía que tragar mis palabras).
Y allí, entre tanta duda e indecisión, Julio nos propuso ir ganando tiempo, haciendo tresmiles cercanos, que podríamos seguir enlazando con otros más tarde si los cielos finalmente se abrieran.

Y dicho y hecho, se encaminó hacia el collado del Alba, seguido por todos, por nuestro grupo y por dos nuevas parejas, la de Lara y Mireia y la de Juan y Pachi, que se unieron a la aventura de seguir "la ruta de la virgen" (A ver si se nos aparecía la virgen).
Tras descalzar y llegar a pie al collado del Alba, Julio nos guía hacia la izquierda (E), con idea de, con crampones, acceder a un collado o brecha que hay entre los Picos Mir y Sayó. Julio sabía dónde nos encontrábamos pero no terminaba de encontrar el punto exacto del paso . Así que fuimos probando, subiendo unas laderas bastante empinadas. Tras dos intentos, no encontramos el paso y Julio se vio obligado a acceder directamente al Sayó (3.211m) por la derecha, primer tresmil del día, llegando por su lomo sur en vez de hacerlo por la brecha entre el Sayó y el Mir.

En la cima del Sayó, todavía sin visibilidad, Julio me anima a descender con Manu, Teo y él la cresta que lleva a la brecha que nos separaba del Pico Mir (3.184m). Desde la brecha, la arista de roca al Mir está cubierta de nieve reciente y no resulta fácil adivinar por dónde pisar. Sin crampones para poder progresar mejor sobre roca y nieve suelta y a base de guante gordo, Julio va limpiando la arista para asegurar cada pisada. Nos va guiando por el fil de la arista hasta la cima, consiguiendo así el segundo tresmil del día, todavía sin visibilidad.

Este pequeño grupo formado por Julio, Manu, Teo y yo regresamos por la arista a la brecha y volvemos a trepar de nuevo al Sayó, donde el resto del grupo se ha quedado esperando. Algún claro empieza a anunciar que el día va a cambiar, pero de momento son fugaces y no termina de despejar.
Desde la cima del Sayó, con esquís puestos, vamos al Pico Cordier (3.263m). Justo en esos momentos, poco antes de las 13:00 horas, los cielo se abren por fin completamente. Pasamos de un cielo blanco a un precioso cielo azul adornado por el mar de nubes francés. Bieeenn!! Por fin llegaba la ventana de buen tiempo!! Victoriaaa!! Era el premio a la fe...

Con una sonrisa de oreja a oreja y en un periquete, damos cuenta del tercer tresmil del día, el Cordier. Nos imaginábamos la cara de bobos que se nos habría quedado si hubiéramos vuelto a la Renclusa sólo para ver cómo se abrían los cielos 3 horas después. Pero Julio aún nos animará a subir a un cuarto tresmil, la Maladeta oriental.
Desde la misma cima del Cordier iniciamos el descenso, esquiando su ladera norte hacia el Glaciar de la Maladeta. Julio limpia la pala somital haciendo cortes para desprender coladas que vayan purgando la pala. Tras él, vamos bajando esquiando uno a uno. Descalzamos esquís en un corte en la roca y luego trazamos una diagonal que nos dejará bajo la Maladeta Oriental. Ponemos pieles y para arriba. Dejamos esquís (todos salvo Julio) en la base del corredor de la Rimaya. El corredor stá muy bien tapado de nieve y su ascenso con crampones era una delicia.
Un rato después estábamos todos en la Maladeta (3.308m) el cuarto tresmil del día, con cielos azules y bellas vistas hacia un Aneto repleto de nieve.

Volveríamos por el corredor a por los esquís y, tras parar en su base para un merecido almuerzo de media hora, iniciaríamos el descenso final hacia la Renclusa por el Glaciar de la Maladeta.

Luego qeudaría una tarde al sol entre amigos, aunque Manu, Lara y Mireia se despiden. El resto disfrutaremos de una buena velada preparando la ruta del día siguiente. Pensamos que por fin haremos la Vuelta a las Maladetas. Pero...la haremos??
Al día siguiente Julio nos volverá a guiar en otro día en que imprevistos nos harían reflexionar sobre los planes iniciales y las decisiones a tomar según vienen las circunstancias.

Continuará.
Jorge García-Dihinx


Van unas fotos del día


 Mapa 1:25.000 con el recorrido que fuimos improvisando

Las Maladetas nos dan la bienvenida repletas de las últimas nevadas

 Accediendo al vallecito del Ibón de La Renclusa

 Blanca, con el marrón que se nos echaba encima por detrás

 En pleno marrón, intentando acceder a la brecha entre el Mir y el Sayó, tras flanquear el Cuello del Alba

 Nuevo intento por otra pala, más empinada

 Blanca de las nieves utiliza el piolet tracción para salir de la pala por arriba

 Destrepamos, guiados por Julio, desde el Sayó hacia la brecha que da al Pico Mir

 Julio y Manu en la arista del Pico Mir

 Lara y Blanca de las nieves, con el día ya limpio, camino del Cordier.
Atrás se ve la cima del Sayó, de la que veníamos

 Llegando al Cordier

 Foto en la cima del Cordier

 Julio purgando la pala somital

 En el paso de roca en que había que descalzar

 Llegamos a la base del corredor de la Rimaya, para subir a la Maladeta Oriental

 Julio sube con los esquís a lo fakir en un periquete

Blanca sube hacia el corredor

 En mitad del corredor

 Blanca, vista lateral

 La Maladeta estaba "repleta"

 Destrepando el corredor

 A mitad de descenso del corrredor

 Julio Benedé y su pupilo Manu Sanz (enfermero de Rescate de Alta Montaña)

 Champi, siempre especial

 Blanca

 Julio esquía pegado a la roca

 Nos despedimos del apuesto Manu
Blanca, Alfredo, Julio, Manu y Champi

 Lara

Lara se despide del grupo

 Julio y Blanca

 Julio y Alfredo

El resto de las fotos las podéis ver pinchando aquí

3 comentarios:

  1. ¡¡Aplausazo!!
    Además de por la ruta, por la determinación de seguir "adelante" aunque saliéndoos del plan original. Valiente, aunque entiendo que no "inconsciente".
    Saludos.

    ResponderEliminar
  2. ¿Por qué has omitido vuestro paso por el Diente del Alba?...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. El Diente del Alba lo hicimos al día siguiente.
      Está descrito en la próxima entrada, que espero colgar en un par de días.
      Saludos,
      Jorge

      Eliminar