La ruta salva un desnivel de casi 2.000m desde las pistas de
esquí de fondo, que nos recibieron con -10ºC a la salida, debiendo salir con
todo puesto, incluido el plumas y manoplas. Qué frío hacía, por Dios…
La parte inicial se realiza por bosque y zona moderadamente
inclinada. Si no conces la ruta, las rutas de esquí, pintadas en los mapas de
la web de SwissTopo (https://map.geo.admin.ch/)
hacen mucho más fácil seguir la línea correcta sin equivocarnos. Puedes
descargarte la parte del mapa que necesitas en el viaje en el tren (o coche).
Luego puedes dejar el móvil en modo avión, con el GPS
encendido, para que te localice en todo momento en el mapa y puedas guiar la
dirección correcta tan sólo orientando el móvil. Con esta ayuda, no necesitas
descargarte ningún track en Suiza, la verdad. Una maravilla.
El grupo de amigos de Natalia está fuerte y salvamos el desnivel
con bastante rapidez, gracias a la huella que teníamos de grupos que habían ido
el día anterior (el sábado). En el último tercio por fin salimos al sol, lo
cual se agradecía.
A pesar del desnivel, la ruta es técnicamente sencilla,
aunque el lomo final a la cima puede estar helado en algún tramo por el viento
y puede precisar cuchillas o crampones, pues una caída sobre nieve dura o hielo
puede arrastrarte hasta los cortados que caen sobre el glaciar Wndengletscher,
en la otra vertiente.
El descenso es una fiesta del polvo, debido a la buena
orientación norte y temperaturas de esta nevera que constituye este valle. Una
delicia para los que buscan nieve polvo, aunque esté entrando marzo.
Fue mi último día, ese último domingo de febrero. Pero
vendrán más, seguro.
Gracias a Natalia por seguir descubriéndome estos paraísos
tan cerca de tu casa
En esta ocasión, además, con la simpática compañía de
Peter Ehrismann, Paolo Monticolo y Patricio
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